COSTANERA

– Francisca Andler, Magdalena Fredes y Vicente Valdivia

Lo que fue y lo que es

Viernes por la mañana, el cielo gris y brillante se reflejaba a través de los lentes de la cámara. El profesor nos asignó la tarea de documentar la costanera en una mañana temprana de lluvia. La costanera de Valdivia destaca entre visitantes y ciudadanos por su belleza y su entorno natural, resaltando especialmente sus ríos. Aunque este lugar histórico siempre ha estado presente, ha experimentado cambios a lo largo de los años. Durante el gran terremoto de 1960, la costanera sufrió daños significativos y tuvo que ser reconstruida por completo. La destrucción permitió que el paseo costero se extendiera, ya que antes solo llegaba hasta la calle Anfión Muñoz. En la actualidad, se extiende hasta la calle Ecuador, con más de 4 km de longitud.

Antes de 1960, este atractivo paseo también albergaba actividades industriales y comerciales, comenzando en el sector conocido como la Aduana, junto a varios edificios públicos que, en su mayoría, resultaron afectados. No obstante, destacan los edificios Schuller (actual Centro de Estudios Científicos) y el edificio Kunstmann, donde ahora funcionan restaurantes.

Ahora, la costanera se ha transformado en un espacio de recreación y tranquilidad. Durante el día, los habitantes de Valdivia salen a recorrer este largo camino, algunos para trotar, otros para pasear y compartir momentos tomados de la mano. También se convierte en un lugar romántico, donde las parejas pueden sentarse y disfrutar de la cálida vista que ofrece el río, junto con su flora y fauna.

En las tardes soleadas, la costanera adquiere una imagen muy turística, llenándose de personas. Sin embargo, en esa mañana, la costanera está desolada; la lluvia y el frío la acompañan. Es una costanera melancólica, solo los valientes salen a trotar y a compartir un momento romántico en la atmósfera nublada de la ciudad.